Lágrimas de felicidad
Limpié, planché y arreglé mi alma. Pero olvidé dejar un espacio muy dentro para guardar a las estrellas que mis lágrimas destilan cada vez que una bendición acompaña mi alma.
Limpié, planché y arreglé mi alma. Pero olvidé dejar un espacio muy dentro para guardar a las estrellas que mis lágrimas destilan cada vez que una bendición acompaña mi alma.
Te vi por primera vez mientras nadabas en el río con tus muslos desnudos, duros como el día y tu piel; marfil al fuego. La bola andaba cerca, comandada por uno de tantos que con un fusil en la mano…
Y por cierto, no amaneció la alondra ni su figura cantando versos en el balcón fantasma. No hubo cantos a los alucinados cuerpos dejando espectros entre esmeraldas y trigo. Tu nombre grita al corazón del ave, y sin embargo, hoy…
«El semblante le amanece en la profundidad de los recuerdos y en la quieta distancia del reposo se suele acompañarle con armónicos sonidos de otros lugares que aún no conocemos. No posee más que su libro incansable de consejos que…
Vive en un tranvía de algodón y paredes de aire. Bajo techos de arcilla, deambula cerca de los mortales con tan solo un nombre que le envuelve pues la gasa que le sostuvo se desintegró sin olvido. El tiempo se…
Carmín para mamá Eran las seis de la tarde. El crucero se encontraba abarrotado de carros justo en el semáforo de la esquina. Juancho sabía que esta era la mejor hora para su afán. Don Toribio lo dejaba ayudar a…
Entre Murallas ¿Las lágrimas que no se lloran esperan en pequeños lagos, o serán ríos invisibles que corren hacia la tristeza? Del libro de los Preguntas de Pablo Neruda. Vivía sola en la mansión colonial donde habitaron sus padres y…
Un cuento errado (Debí asesinar a los hermanos Grimm) Había una vez una mujer que se creyó princesa. Se cobijaba con sábana de rocío y una capa tejida con anhelos e hilos dorados. Argenta abrazando sus manos de miel. Vagaba…
Te montan en un carrito con cuatro ruedas y te empujan por los rieles. El trayecto parece lento en un comienzo. Pero luego, cuando se llega a las alturas, se acelera, sobre todo en las bajadas. El miedo… siempre el…
No es nada de tu cuerpo, ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre, ni ese lugar secreto que los dos conocemos, fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro. No es tu boca —tu boca que es igual…