Se resguarda lejos, fuera del camino, como piedra caliza entre los
arbustos erguidos que presumen sus aromas y matices. Y mientras
tanto, impávido, como lanza apuntalando el cielo y sin blindaje
alguno, ni se esconde, ni desaparece.
¡Es un sobreviviente!
Actúa como protagonista en la obra de vida, escrita por la
naturaleza, adonde en el guión el fuego nunca fué concebido, donde
el escenario es un subir y bajar de colinas ariscas, de insultos y
risas forzadas y así, sin mas, entre ellos habita, nunca tras
bambalinas.
Se recrea en el aire y en su manto, en la libertad y en su arraigo.
No huye aunque se sabe diferente.
Cubierto de plata y amor, lanza al mundo su grito, y es en ese
instante cuando se escucha su canto; ¡estoy vivo!.
Dedicado (con esta bellísima fotografeia de Eva Lewitz) a todo aquel ser humano que
lleva el estigma de ser distino, tener diferentes capacidades y la
fuerza para vivir y ser quien merece ser, una persona valiosa y con
derecho a ser respetado.