Estas son letras que uno para formar palabras con
otros, tinta sangre que adentrar en las venas,
hermanándonos; arterias sanas en donde todo fluya sin
fronteras, vasos comunicantes, libres, andantes, manos
estrechadas en señal de bienaventuranzas, siempre, de
deseos benignos más allá de la pantalla que habla de
esa comunión irrompible por los que acudimos a ella
con el alma, con ellos, con ellas, con nosotros;
brazos que se extienden presurosos sabiendo que
hallarán un cuerpo que abrazar, abrazándolos,
abrazándonos, dándose la más hermosa de las
festividades: reciprocidad sin desiertos, mares,
lenguas, pero sobre todo, a cualquier adjetivo que
pudiese oler a pecado, sin mancha que ocultar. Esquina
de todos los hambrientos de dar, de darse, de darnos.
Con el amor de la tolerancia.
Mario Islasáinz.