…Hoy recordé que te gustaba cantar, cantar aquella ópera que tu mundo apenas conocía. Quizás por eso anoche cerré los ojos y escuché tu voz entre mi llanto, entre las voces de los coros que existen por allá en el cielo y que yo jamás he escuchado.
Recordé que bailabas con esos zapatitos que hacían molestos ruiditos… tap, tap, tap… tap
Y ese tap, tap, tap, ensordeció por fin los golpes del martillo que sellaba la madera que te vestía.
Cerré los ojos y escuché tus pasos acallando el sonido de la grava que golpeaba la caja que te albergaba antes de que le pertenecieras a la tierra y dejaras de ser mía.
Entonces te soñé y bailaste una vez mas.