(Lola, donde quiera que estés, se te extraña mucho en este espacio donde tu poesía era agua fresca de un cántaro recién hallado)
Soledad derrama su nombre sobre las cuencas vacías que forman
círculos en tu íntimo paisaje. Soledad no existe, es tan sólo un
nombre inventado para que tú la descubras.
Soledad se refugia en las letras a las que la niebla da forma….
¿La sabes?, ¿paladeas su nombre como si de un huidizo sentimiento se
tratara? Soledad es un diamante de mil facetas, una figura de
escarcha con miles de nominaciones: Marina, alga, niebla, siempre…Y
sus dedos de circunferencias largas atrapan tu cintura mientras
duermes.
Y su lengua repta por tu almohada bordando pequeños suspiros;
difíciles «te quiero», que componen melodías entre las oscuridades de
la noche.
Soledad es el cántaro de sueños escondido en el fondo de las manos,
espasmo infinito donde guardar tus silencios, esa cuna de tiempo
donde se mecen las letras de tu nombre. Mensajes en Morse se
expanden por un cosmos que sabe a lluvia y a silencios. Los dedos se
sumergen en la piel sin saberlo. Soledad llora un antes, después,
cuándo…
Soledad: abrazos infinitos cosidos en el estrecho espacio que
discurre entre la sequedad de unos ojos y la esperanza de un
instante de tierra.
Hazla brotar: vive en la distancia de tu ser, hazla brotar de tus
hoyos profundos.
Y si mañana te despiertas bebiendo su sangre: ¿qué nombre le pondrás
a este sueño…?
Soledad. Abrázala. Te ama. Deja que suspire en el borde de tus alas…