si supieras
que arrancar la piel, trizarla, botarla contra la luna nueva, verla manchada de sangre, alcanzarla para recoger la tinta que describen los delirios, juntarla en un tazón de porcelana, arrojarlo para después bailar sobre los trozo esparcidos con estos pies desnudos de dicha y calzados de amargura.
Si supieras, eso no es nada