Mientras el horizonte
entre carnavales fingía,
ocultó la verdad…
El mar acuñó la daga
con gaviotas de plata
y cruzó las fronteras
para librar la batalla del adiós.
Viviste tu vida cual Poseidón,
olvidaste que el mar asesina
que la daga toma fuerza entre lamentos
y golpea a los azules.
Fuiste el dueño absoluto de la nada.
Y lloro
encerrada entre ostras que aparentan perlas
adonde vivo la madurez de mis mareas
en esta soledad congelada de suspiros.