Riego los gladiolos del poema,
tu poema de blanca huella
en el terciopelo del anochecer.
Distraigo el ademán solaz y divertido
que viaja en el pegazo del instinto
cuando me acompañan los cristales
y las lunas refractadas
que iluminan mi techo.
Alguien leerá en el alba luz
la sonrisa de mis labios
en el cristal de la memoria
transformando mi cuerpo
en comisuras.